Ignorar a los cangrejos

Hablemos Córdoba:  ignorar a los cangrejos
Por: José Miguel Cobián 

Si pensaste que esta platica va sobre la fábula de los cangrejos mexicanos, que no se cubre la cubeta de ellos, porque todos se impiden avanzar, mientras que el resto de las cubetas de cangrejos hay que taparlas, porque entre ellos se ayudan a escapar, tienes toda la razón. 

Cada ser humano sabe qué es lo que lo motiva, aunque desconoce lo que motiva a los demás, y por ello, cada ser humano ve su reflejo en los demás, sin poder comprender que puedan tener intenciones diferentes.  

A lo largo de mi vida, cada vez que he observado a alguien hacer una buena acción o que he intentado llevarla a cabo personalmente, invariablemente he visto en acción a los famosos cangrejos mexicanos.   Para poner un ejemplo muy claro, hace años cuando visité un Kinder en la colonia Acción y Servicio, me puse a trabajar para que hubiera algo digno allí, ya que piso de tierra, paredes de lámina de cartón con chapopote, techo de lámina galvanizada, separación de salones con cortinas, no me parecía lo mejor para en aquél entonces un Kinder que orgullosamente ostentaba un letrero CAP-DIF.  

Un arquitecto que donó diez toneladas de cemento para ser aportadas por la sociedad (20% sociedad 80% gobierno municipal) me dijo que un cordobés le había llamado para decirle que no donara nada. Porque ese kínder sería usado en la siguiente campaña política como bandera de su servidor.  Hace más de 20 años de eso, y no sucedió el pronóstico del cordobés detractor, pero sí se logró construir ese kínder. 

Así sucede en general. Tal parece que hay tanta suciedad en la sociedad, que no se concibe que alguien tenga buena intención en algo.  Se hacen juicios a priori, se trata de dañar la reputación, se disfruta compartir un chisme, sea cierto o falso.  Incluso hay seudo comunicadores que consideran que se abre la temporada de difamación en cada campaña política. 

Así, lo único que se logra es que la gente decente no participe en política ante el riesgo de daño moral, a ellos y sus familias.  Cuando la política debiera de ser el arte de servir a los demás, y por ello una profesión honrosa.    A pesar de que en México y en el mundo se ha utilizado para exactamente lo contrario, convirtiéndola en una actividad vergonzosa en muchos sentidos.

Toda esta reflexión viene a colación porque hace unos días, un amigo muy querido se reunió conmigo para platicar sobre su posible postulación a la alcaldía de Córdoba por parte de su partido político.    Me buscó porque sabe que yo también aspiro, aunque por la vía independiente, y hay la confianza suficiente para poder platicar sin celos ni dolo, y además con sinceridad. 

Me decía que acababa de regresar de un viaje con su esposa. Que lo había disfrutado mucho y que durante el viaje de regreso, estuvieron discutiendo el daño que a su familia causaría el que él lograra la postulación de su partido político. 

Mi respuesta fue contundente.  Le dije que hoy no tiene nada seguro, así que no es momento de preocuparse.  El tiempo dirá si vale la pena que se postule o no, en función de sus probabilidades de ganar o no la elección.   

Puse a su consideración que si no es por el partido oficial, sería difícil ganar la elección, ya que muchos votantes venden su voto, o están acostumbrados a ser llevados a votar por quien sus líderes indican, lo cual haría difícil ganar por otro partido político, o independiente, incluso, considerar las posibles represalias de gente en el poder, que quisiera adueñarse de Córdoba vía algún candidato a modo. Así que los pasquines seguramente lo atacarían si tuviera la mínima oportunidad de ganar. 

Analizamos también el dolor que causa a una familia una postulación. Porque parece que intentar servir o intentar mejorar es ofensivo para muchas personas, que se consideran mejores que quién se postula, pero no tienen el valor de hacerlo ellos mismos.   

Yo concluí que el mundo solo puede cambiar si se actúa con valor, y le insistí en no desistir. Cuando menos, no por el momento, porque mientras más personas que valgan la pena se puedan postular, es más viable que alguna de ellas lleve los destinos de la ciudad y ésta pueda mejorar en lo que está mal, y continuar por el buen camino en lo que está bien. 

En conclusión le dije que no le niegue a Córdoba la oportunidad de tener un buen alcalde.  Ya si Córdoba se deja manipular, si los cordobeses no se comprometen con una buena opción, será responsabilidad de los cordobeses, no de él o mía. 

Le expliqué que somos pocos los que pensamos en el interés superior de una comunidad por encima de los intereses personales, y que el verdadero reto será convencer a quienes tienen una óptica diferente, que se puede hacer el bien y cumplir con un puesto público a pesar de la visión desviada de muchos.  A quienes habrá que cambiarles el chip, para que se sumen a un proyecto por su ciudad.   

Todo mundo ve la política como un medio de salir de pobre.   ¿Qué me ofreces para que te apoye mi gremio?  La respuesta debe ser: ¨ Una mejor ciudad para todos ¨.   No una regiduría o una dirección. No obra pública ni ser proveedor. No comprarle a tus cuates para que recibas moche, no un puesto en el próximo ayuntamiento.    Esa es la mentalidad que hay que cambiar y con la cual hay que luchar día con día.  Si se logra, a Córdoba le irá bien.  Si no se logra, Córdoba seguirá igual o peor. 


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